
Los días se acortan paulatinamente. El sol pierde su esplendor; sus rayos lucen bajos por el horizonte y las nubes todavía los atenúan más. Las temperaturas descienden y la humedad aumenta. Cierta melancolía impregna todo el paisaje.
Es lo bueno de ciudades relativamente pequeñas. A diez minutos caminando del centro de Girona, el paisaje otoñal, pre-invernal, luce con toda su fuerza. Un paseo con la familia deja algunas imágenes dignas de ser compartidas. Clicando en el enlace bajo la fotografía podréis verlas.
