Finalizando mis paseos vacacionales de otoño, me dirijo a Rocacorba. A apenas diez minutos en coche desde Girona, aparco en Canet d’Adri e inicio la ascensión. Un último tramo empinado me deja en la cima sudoroso y con la decepción de que el día no es claro y las vistas no permiten buenas fotografías. Me aventuro en buscar un camino diferente de vuelta, me pierdo… Cuatro horas después, tras rehacer un difícil camino llenos de zarzas y espinos, vuelvo a bajar por donde he venido.
Pocas fotos, cansancio y un mal gusto de boca para finalizar mis vacaciones. El año que viene lo volveremos a intentar.